Ante el incremento de personas que abusan del teléfono móvil inteligente o smartphone, un psicólogo decide probar la eficacia de una terapia para tratar esta adicción. El objetivo final de la terapia es que se considere el móvil como una herramienta y no solo como un instrumento de evasión. Para ello, selecciona 200 estudiantes, con este problema, de diversos institutos de bachillerato de Madrid con edades comprendidas entre 16 y 20 años. Asigna de forma aleatoria el mismo número de estudiantes a dos grupos y, a su vez, cada grupo es asignado aleatoriamente a dos condiciones. Obtiene, mediante autorregistro, la información del número de horas diarias que dedican todos los estudiantes al uso del móvil (WhatsApp, acceso a internet, consulta de correo electrónico, etc.). A los estudiantes de la primera condición les aplica durante un mes una terapia que consiste en una serie de instrucciones tales como: apagar el móvil al menos una hora antes de ir a la cama y sustituirlo por conversar con la familia o hablar por el fijo con algún amigo, encender el móvil cada día un poco más tarde, silenciar las notificaciones, usar otros dispositivos y no llevarlo al baño, entre otras. Los estudiantes de la segunda condición siguen con su vida normal durante ese mes (uso normal del móvil). Transcurrido el mismo periodo de tiempo, se registran las horas de utilización del móvil en un día en cada uno de los grupos. Los resultados muestran una disminución en el número de horas diarias de utilización del móvil en los estudiantes de la primera condición con respecto al uso que hacían antes de la terapia y también con respecto a los estudiantes de la segunda condición.
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